sábado, 29 de enero de 2011

Todos, somos unos hipócritas, unos egocéntricos, unos bastardos. Todos decimos odiar a ese tipo de personas, más el ser humano por naturaleza posee esas características. Y cada vez soy menos hipócrita, no puedo evitarlo, y tengo miedo.
La honestidad no es siempre una virtud y la hipocresía no es siempre un defecto, la verdad es que me gustaría poder esbozar una sonrisa falsa cuando te encuentras con esa persona desquiciante, que habla tan rápido sobre temas que realmente te importan una mierda pero que tienes que escuchar ya que ella quiere dar su opinión y tienes que pararte en medio de la calle a escuchar palabrería desechable y sin interés ninguno. Poder decirle "¡Cállate de una jodida vez!" y explicarle las razones por las que la encuentras increíblemente prescindible para la humanidad. Pero no, somos unos hipócritas y malgastamos el tiempo en situaciones como esa. Además, si lo haces, eres rudo y mal educado, aunque todo el mundo lo haya deseado alguna vez, pero jamás serás honesto, ya que eso lo consideran ligado a las buenas personas, "educadas". Que por cierto, ¿que es ser mal y bien educado? Ser finolis, hablar con palabras extremadamente cultas, saber si los cubiertos se usan de dentro hacia a fuera o de fuera a dentro, conocer a Chopin, Mozart, Bach o Pagannini  y saber datos absurdos que no servirán para nada en un futuro, para la mayoría de la sociedad, es ser educado. Ser malhablado, comer un pedazo de pizza con las manos, escuchar el pop de la radio o la música alternativa de la escena actual, ver películas de acción y disfrutar de ellas, no saber nada sobre política ni la situación económica mundial ni tener ganas de saberlo, eso es lo segundo. Creo que está mejor educado aquel que respete el color de piel, la orientación sexual, las creencias religiosas y políticas de otra persona, por muchos tacos, contracciones en la pronunciación y fallos ortográficos que tenga esa persona. Que no todos somos ricachones que van a colegios privados y pueden permitirse clases de inglés, francés, alemán, equitación, dibujo, fotografía o cursos intensivos de verano de harmónica. Muchos otros, ni podemos permitirnoslo ni queremos. No todos tenemos un vocabulario de amplitud semejante al de un filólogo cualquiera. Ni queremos. Así que cállate la puta boca, humanidad, seguiré pensando que una cría como yo tiene mejor educación que cualquier presentador de Intereconomía.

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